Que el sistema es francamente mejorable, no creo que lo dude nadie. El tema es, básicamente, tener la suerte de saberte de memoria, y vomitar del mismo modo, durante 2 horas, y sin pararte a pensar porque entonces estás perdido, un montón de folios, más bibliografía, más referencias web, más relación con el currículo, con letra legible, sin cometer faltas de ortografía, y de un tema que JAMÁS explicarás en un aula...prácticamente NADA de lo anterior está relacionado con la práctica docente. Pero suele ser la diferencia entre tener opciones de aprobar, o tirar a la basura otro buen número de meses de estudio y preparación....
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Que el sistema es francamente mejorable, no creo que lo dude nadie. El tema es, básicamente, tener la suerte de saberte de memoria, y vomitar del mismo modo, durante 2 horas, y sin pararte a pensar porque entonces estás perdido, un montón de folios, más bibliografía, más referencias web, más relación con el currículo, con letra legible, sin cometer faltas de ortografía, y de un tema que JAMÁS explicarás en un aula...prácticamente NADA de lo anterior está relacionado con la práctica docente. Pero suele ser la diferencia entre tener opciones de aprobar, o tirar a la basura otro buen número de meses de estudio y preparación. Además, y esto no es una crítica a los compañeros miembros de un tribunal, la corrección a base de rúbricas mata toda la creatividad que quieras aportar a tus temas; o que el mismo tema, en tribunales diferentes, aspire a calificaciones muy distintas.
Yo ya conseguí la plaza, 11 cursos después de aprobar por primera vez sin ella. Frustración no es la palabra que describe cómo te sientes después de demostrar tu valía como docente todo ese tiempo, para que venga la Administración a: 1⁰) hacer caja, y 2º) a volver a decirte que tienes que probarlo, a su manera, otra vez.
De manera que sí, es más que necesario repensar el sistema de acceso. Como tantas otras cosas en esta profesión que, al depender de la voluntad política, sólo pueden ir a peor.
Un fuerte abrazo a todos los compañeros que esperan (esperamos) un mes de julio más a que se aclare nuestro destino.