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«Del
valor de la educación»


«El Ministerio de Educación antepone las necesidades
del mercado a las de sus ciudadanos, se escuda en él para
anteponer su ideología favorable a la enseñanza
privada-concertada y terminará por desmantelar la educación
pública justificándose en la libre elección
de centro»

15 /02/2013 José Manuel Chapado Regidor


En nuestro idioma hay palabras que tienen más de un significado
o acepción, se les da el nombre de polisémicas y
su significado se determina a partir del contexto. En las lenguas
romances, la palabra “valor” tiene en su sentido original
el significado de valentía o coraje acepciones que afectan
al ánimo de la persona; en las anglosajonas, los términos
equivalentes (value, Wert) remiten, por el contrario, no al sentido
espiritual sino al sentido económico del término:
“valor o precio de una cosa” o “utilidad de
la misma”. Haciendo honor a su apellido, nunca mejor dicho,
tal y como viene demostrando desde su nombramiento, nuestro Ministro
de Educación antepone las arcas de su ministerio por encima
de las reales necesidades educativas y culturales del pueblo al
que representa.

En
la literatura bélica norteamericana del siglo XIX también
se empleó el término “valor”, en la
obra de Stephen Crane titulada El rojo emblema del valor (The
Red Badge of Courage), dirigida a quienes confunden patriotismo
con ardor guerrero y desprecian a los que opinan que el hombre
es más importante en una granja que en el campo de batalla.
Este relato psicológico inicia una nueva saga de narraciones
que harán que la guerra en la literatura ya no vuelva a
ser la misma. La historia relata las aventuras de Henry Fleming,
soldado del Ejército de la Unión en la guerra de
secesión estadounidense, tras escapar por miedo del campo
de batalla. Angustiado por la vergüenza que experimenta posteriormente,
anhela obtener una herida –un «rojo emblema del valor»–
con la intención de contrarrestar su cobardía: “A
veces miraba a los soldados heridos con envidia. Le parecía
que las personas con cuerpos lacerados debían ser peculiarmente
felices. Deseaba que él también hubiera podido ostentar
una herida, un rojo emblema del valor”. Cuando al final
se enfrenta al ejército enemigo: Henry actúa como
el portador de la bandera… de la vergüenza ya que en
su afán de recibir una herida de sangre (el rojo emblema
de su valor) recibe un golpe seco de rifle.

Wert
como abanderado de la LOMCE, a pesar de no haber sufrido las heridas
de los docentes en las aulas, anhela su rojo emblema del valor
a costa de llevarse por delante lo que sea necesario; la Educación
con él ya depauperada no volverá a ser la misma.
El valor de su apellido mutó en vergüenza colectiva.
Su desastrosa gestión ha provocado el despido de 50.000
docentes de la Educación Pública en pro de valores
superiores, a veces demasiado elevados para que los entendamos
los vulgares mortales que vivimos de nuestra nómina, que
supone el desmantelamiento de la Educación Pública
y los valores democráticos que ésta defiende.

Wert
pretende sustraer la igualdad de oportunidades de toda la ciudadanía,
intenta acabar con la Educación Pública a través
de decisiones mercantilistas e ideológicas, en beneficio
de unos pocos, que sólo acentuarán el vaivén
constante de nuestro sistema educativo en contra del futuro de
las generaciones venideras y de nuestro país. Aplica la
acepción germánica de “valor”, anteponiendo
las necesidades del mercado a las de sus ciudadanos, se justifica
falsamente en la economía para imponer su ideología
a través del trato de favor a la enseñanza privada-concertada,
con los valores que conlleva, y si no lo evitamos entre todos
se desmantelará la Educación Pública implantando
la libre elección de centro convirtiendo Wert a la educación
en una herramienta de «segregación y exclusión»
en contra de la opinión mayoritaria de nuestra sociedad.


Los docentes vemos despreciado nuestro esfuerzo de décadas,
es dilapilada nuestra experiencia en el aula, son expoliados injustamente
nuestros salarios, se nos culpabiliza de todos los males y somos
arrastrados a la ignominia por políticos que intentan imputarnos
su nefasta gestión. Sufrimos el noveno cambio de sistema
educativo, por gestores que incurren en el mismo error independientemente
de su color político, a pesar del cual seguiremos luchando
para conseguir lo mejor para nuestro alumnado, no es posible legislar
con acierto sin tener en cuenta la opinión de los profesionales
del sector. Es imprescindible la retirada de la LOMCE y de los
recortes de la Educación Pública. Recordad que la
Educación Pública es la única que nos iguala
como ciudadanos en derechos y deberes. Es necesario consensuar
entre todos, con los docentes y el resto de la comunidad educativa,
unas bases estables para nuestro modelo educativo que sea sostenible
en el tiempo y ajeno a vaivenes ideológicos que lastran
nuestro futuro como nación, pero hasta que se produzca
ese consenso, ahora inexistente, siguen vigentes algunas de las
últimas palabras del maestro Unamuno “…aquí
está mi pobre España, se está desangrando,
arruinando, envenenando y entonteciendo…”.

HOY