LAS corridas están en entredicho. Las de toros, claro. Los
pobres animales son eso, sólo animales. La corrida ha perdido
el carácter de ofrenda, de ritual, de conjuro, de catarsis.
Y a medida que avanzamos -no sé si en círculo y directo al hoyo
ahora que nos engolosinan los terrenos de golf y nos escandalizan
las corridas de verdad de los toros- por estos vericuetos extremeños
defendemos, como el súmmum de la civilización, sin rubor alguno,
los derechos de los animales. Derecho a entrar en los parques
que les están vedados por ordenanza municipal y a petición de
ciertos ciudadanos. Ejemplo de las lides políticas aquí en Extremadura.
Que no es tierra de toros, sino de cerdos y padrinos (en contra
de lo que sostiene el señor Umbral). No es tierra de toros y
sin embargo hay corridas. Una, en estos momentos, que nos hará
tan célebres como el botellón. No es la fiesta de mayor interés
para los extremeños la lidia de toros, pero sus reglas regulan
todo lo que tiene que ver de cerca o de lejos con lo público.
Aquí, el arte de torear es condición de selección natural. Para
ser diestro en cualquier ámbito, no bastan certificados notariales
o títulos. Uno ha de conseguir un padrino, un veterano oficial
y oficiante que esté dispuesto a dar la alternativa. Para ser
escritor no basta con escribir y publicar, hay que tener mentor.
Para publicar, no basta con escribir, hay que tener santo patrón.
Para escribir y hablar hay que tener permiso. Para sacar una
oposición… una conjunción de astros y un padrino. Extremadura
es una gran logia con muchas jerarquías y estamentos y es tan
tierra de toros sin serlo que ahora se celebra la corrida sindical.
Como no entraba en los planes del festejo que hubiera diestros
nuevos, hete aquí que al sindicato PIDE (Plataforma de Interinos
y Docentes de Extremadura) se le trata como a un vulgar maletilla
que salta al ruedo y se le azuza la benemérita para que lo detenga.
Ahora, de pronto, después de varios años de movilizaciones,
de declaraciones en la prensa hablando de PIDE como sindicato,
ahora, en la hora de la corrida, PIDE es PIDE, pero sindicato:
oiga, ¿quién, cuándo, cómo, dónde, de qué manera, por qué acto
de magia se ha convertido en fuerza sindical? No han empezado
los toros, pero sí la corrida. Libertad sindical… y ¡olé!