Con
la perspectiva que da el paso del tiempo –un año
hace ya–, y con serena cautela, huroneo en los resultados
electorales de las pasadas elecciones sindicales del sector
docente, que se llevaron a cabo el 4 de diciembre de 2018, y
llego a una serie de conclusiones que considero que concitarán
el asentimiento general; pese a que determinado sector sindical,
desde su sesgo ideológico, pensará que falta asepsia
en las deducciones por ser yo parte interesada; pues soy delegado
del sindicato de la pública. Si así fuera, si
hubiera cierta inclinación hacia los propios intereses,
no dejaría de ser una causa natural del propio devenir
de la subjetividad dado que esta no puede ser confinada del
todo para que no asome, ni siquiera un poquito, a la hora de
emitir una opinión, un análisis… e, incluso,
un veredicto. Intentaré sujetar la subjetividad y si
no lo consigo, al menos, intentaré contenerla con determinación,
como aquel que, mareado en un viaje, no quiere vomitar pero
el vómito ya está en las tragaderas y termina
saliendo por narices y orejas.
La primera lectura de los resultados es clara. Un sindicato
de corte ultraconservador, CSIF, sube votos (efecto VOX). Otros
dos, muy venidos a menos, pierden representación: CCOO
baja un puesto más, hasta el 4º y UGT se mantiene
en el último lugar. El Sindicato del Profesorado Extremeño,
PIDE, obtiene 700 votos más que en 2014 (recordemos que
en 2014 PIDE ganó las elecciones), llegando a los 3128
votos; pero por muy poco margen queda segundo. Primero y segundo
tienen resultados muy destacados con respecto a los demás
sindicatos. ANPE desplaza a CCOO al cuarto puesto y UGT se mantiene
como farolillo rojo.
El panorama sindical se polariza. Gana, por muy poco margen,
un sindicato politizado que apoya, entre otras cosas, a la concertada
y a la religión en las aulas, arrastrando el voto más
ultraconservador. Bajan los sindicatos de clase cercanos al
poder en una continua curva descendente. PIDE crece con 3128
votos consiguiendo afianzar e incrementar un electorado fiel,
reivindicativo y transversal que está en los postulados
de la educación pública y laica, alejada de adoctrinamientos
políticos y religiosos.
Traducido a números: PIDE llega a los 3128 votos (22
delegados), 700 más que en 2014; Csif consigue 3390 votos
(25 delegados); ANPE es tercero con 1536 (11 delegados); siendo
los últimos con menos apoyos y 8 delegados CCOO con 1211
votos y UGT con 1018.
Llegamos, sin más remedio, a la paradoja, al contrasentido,
a la incongruencia. ¿En qué consiste esa paradoja,
cuál es su base? Aunque el efecto VOX haya movilizado
a un sector ultraconservador, lo realmente paradójico
es el porcentaje de votantes que no siéndolo han apoyado
a CSIF que defiende, a capa y espada, a la educación
concertada y privada, y, por supuesto, defiende con más
ahínco si cabe, el mayor número posible de horas
de religión en las aulas, pese que este posicionamiento
va en detrimento de los docentes de la pública.
Los votantes deberían indagar y conocer los posicionamientos
reales que tienen los sindicatos con respecto a temas fundamentales
(no es bueno votar de oído) para que la conciencia del
votante coincida, lo más posible, con la idiosincrasia
del votado.
CCOO y UGT siguen sin recibir el apoyo del sector docente.
Los sindicatos de clase están muy deteriorados por las
décadas que llevan funcionando como un cinturón
de protección de la Administración; su cercanía
al poder los aleja de la razón. Sin embargo siguen cometiendo,
con pertinaz insistencia, los mismos errores, estimo, que los
mantienen alejados de la ciudadanía y los problemas reales
de los docentes.
Para terminar, este somero análisis, he dejado para
el final a PIDE que nació, hace casi veinte años,
con la misma vocación y coherencia que hoy tiene. Defendiendo
al docente, sin casarse con el poder, sin estar subvencionado
y, por tanto, sostenido únicamente por los docentes.
Un sindicato que es producto de la voluntad de los docentes
y que, por tanto, genera confianza. Y pongo un ejemplo de meridiana
claridad: CCOO y UGT siempre tendrán representación
aunque no les vote nadie porque la normativa nacional está
regulada para su beneficio, y a nivel regional, además,
firmaron en la mesa de la función pública, con
la connivencia de la Administración, un pacto por el
cual siempre tendrán liberados y delegados aunque no
reciban votos, recibiendo la subvención correspondiente
y los delegados y liberados; sin embargo, si nosotros no somos
votados saldríamos de las mesas. PIDE es el sindicato
de los docentes porque son estos los que permiten que tengamos
representación.
La cruda realidad es que buena parte de los sindicatos actuales
están fuertemente subvencionados de forma directa y también
indirectamente a través, por ejemplo, de los cursos de
formación. De tal forma que esta cercanía al poder
los aleja de su original naturaleza, por lo que tienen que desarrollar
estrategias farisaicas para distraer al trabajador de una realidad
incómoda.
El engaño, en las centrales sindicales verticales, es
la estrategia más simple (repetida y efectiva) que suelen
utilizar como maniobra de distracción. Sin ir más
lejos el 23 de noviembre de 2018 (a escasos 10 días de
las elecciones sindicales) la Dirección General de Función
Pública escenificó junto con CSIF, UGT y CCOO
un paripé aprobando la subida salarial de 2,25% que ya
estaba autorizada por el Estado. Se vienen arriba y lanzan un
señuelo más acordando desbloquear la negociación
de la carrera profesional, cuando la negociación de la
implantación de la Carrera Profesional a los docentes
corresponde exclusivamente a la Mesa sectorial de Educación
y nuestra Consejera se niega, de momento, a iniciar dicha negociación.
Por otra parte, el CSIF, promete a los profesores interinos
que van a cobrar su sueldo desde el 1 de septiembre cuando saben
que la sentencia que así lo reconoce está recurrida
judicialmente por la Administración educativa y nada
se puede hacer hasta que no haya fallo judicial; con la seguridad,
además, de que la Consejería agotará toda
la vía judicial, acudiendo, incluso, al Tribunal Supremo
en Casación. Ojalá los interinos cobren desde
el 1 de septiembre como siempre hemos exigido, pero no se debe
jugar con ese deseo para someter voluntades. Tejer mentiras,
embustes y medias verdades e imbricarlas dentro de un discurso
grandilocuente puede llamar la atención, pero con solo
rascar un poco la capa de barniz queda al descubierto la realidad:
desgraciadamente, a día de hoy, siguen los interinos
sin estar contratados desde el 1 de septiembre.
Estos anuncios con publicidad engañosa, y algún
otro, lo hicieron, estratégicamente, a pocos días
de las elecciones sindicales, con la única intención
de aparecer en la foto mostrando algún tipo de acuerdo
para salvar la cara, in extremis, ante los empleados públicos,
potenciales votantes. Pero se olvidaron de datos objetivos (que
no les interesa recordar) como que desde 2010 los docentes han
perdido un 20% de poder adquisitivo, y con la recuperación
del 2,5 % (que decide el Estado y la Mesa de la Función
Pública) aún nos deben el 17,75%.