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«Brujas»

05/03/2025
Sindicato PIDE

Siempre habrá grupos de presión intentando devolvernos a tiempos oscuros

Filósofa, bruja. Matemática, bruja. Partera, bruja. Herborista, bruja. Mujer con conocimientos de cualquier índole, bruja… La caza de brujas alcanzó su cénit en la segunda mitad del siglo XVI. Las mujeres que osaban destacar en cualquier disciplina podían ser consideras brujas, seres pertenecientes a una secta maligna. Poner en riesgo el modelo social masculino era una amenaza para el statu quo establecido, y acusarlas de brujas y quemarlas en la hoguera o atormentarlas en potros de tortura era una forma de alejar el peligro.

Esa creencia estúpida, que anida en algunas mentes acomplejadas, de que las mujeres pueden suponer un peligro para el hombre, es la expresión máxima de la ignorancia al servicio de los poderes interesados en mantener una superioridad del hombre sobre la mujer aunque sea quitándoles la vida. Todavía, en la actualidad, hay quien estaría encantado de prender la cerrilla y aventar la candela. Algunos de ellos se sientan en el Congreso.

Entre Hipatia de Alejandría y Ana Orantes hay 1600 años de distancia. La primera asesinada por la envidia que suscitaba su predicamento e influencia en la sociedad de aquel entonces. La segunda asesinada en los años 90 del sigo XX por denunciar los malos tratos que durante décadas le inflingió su exmarido. Entre ambas mujeres, únicas en su lucha, incontables cayeron bajo el yugo de la ignorancia.

El asesinato de Ana Orante se convirtió en el detonante que llevó a la reforma del Código Penal que desembocó, más tarde, en la ley integral contra la violencia de género, pese a la deleznable tibieza con la que algunos medios de comunicación trataron el vil asesinato.

Las élites han protegido desde tiempo inmemorial el modelo social patriarcal opresivo. Desde del poder eclesiástico hasta el económico, pasado por el político y el mediático, han puesto todo su empeño en alejar la igualdad de la realidad social. Y todo por mantener un clasismo de género que defiende una supuesta superioridad que solo tiene sentido en las mentes desactualizadas.

El empoderamiento de las mujeres, del que nada tenemos que temer los hombres, ha traído como consecuencia una sociedad más igualitaria, libre, digna. Hombre y mujeres comparten espacio en política, educación, deporte, ámbito empresarial, judicatura… Queda camino aún para llegar a la meta, pero lo que hemos conseguido como sociedad ha sido mucho.

Sin embargo, el peligro siempre acecha. Hay que seguir avanzando hacia la plena igualdad y en sostener lo conseguido para que no lo dinamiten. Siempre habrá personas y grupos de presión intentando devolvernos a tiempos oscuros.

elPeriodicoExtremadura.es